bacteria
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CG: nf

CA: Biología – Microbiología – Bacteriología.

CT: Hasta los tiempos modernos, las infecciones por microorganismos como las bacterias, hongos, parásitos y virus eran la principal causa de muerte del ser humano, y lo siguen siendo en entornos con escasos recursos.
En 1928, cuando Alexander Fleming descubrió casualmente la penicilina en una placa de Petri contaminada por hongos se inició una nueva era de la medicina. Este compuesto natural producido por el hongo Penicillium demostró ser tóxico para las bacterias, pero seguro para el ser humano. El uso de la penicilina durante la Segunda Guerra Mundial permitió salvar cientos de miles de vidas.
Tras el descubrimiento de la penicilina se inició una búsqueda intensa de otros compuestos naturales o sintéticos que pudieran utilizarse para tratar otros microorganismos patógenos. Esa búsqueda ha sido más difícil con algunos microorganismos que con otros. Las células bacterianas difieren de las células humanas en muchos aspectos fundamentales, de modo que ofrecen más oportunidades de desarrollar nuevos fármacos. En cambio, los hongos, los parásitos y los virus comparten con las células humanas muchas vías metabólicas y estructuras, de modo que ofrecen a los investigadores menos dianas terapéuticas y conllevan más riesgo de toxicidad para los pacientes.

F: OMS – http://www.who.int/drugresistance/Microbes_and_Antimicrobials/es/ (consulta: 6.11.2014)

DEF: Microorganismo procarionte unicelular, de tamaño variable entre 0,1 y 10 μm, que se multiplica por división binaria y adopta formas de esfera (cocos), bastoncillo (bacilos) y espiral rígida (espirilos) o flexible (espiroquetas).

F: DTMe (consulta: 6.11.2014)

N: 1. Procede del latín científico bacterium y del griego baktērion, ‘bastoncito’. El término fue acuñado por el alemán C. G. Ehrenberg en 1828; la -a final no es etimológica.

  • Microorganismo unicelular sin núcleo diferenciado, algunas de cuyas especies descomponen la materia orgánica, mientras que otras producen enfermedades. U. t. en pl. como taxón.
  • Su uso etimológico con género masculino («bacterio») es muy raro en la actualidad.
  • Uso frecuente en plural.

2. La primera vez que aparece en un documento en español registrado por el CORDE es en 1636 pero con otra acepción. Autor: Cosme Gómez de Tejada. Título: León prodigioso. País: España. Tema: 12. Relato extenso novela y otras formas similares. Publicación: Víctor Arizpe; Abraham Madroñal, Edición electrónica (Madrid), 2000.
Según el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE) y aplicado al ámbito de la Zoología, el término aparece recogido por primera vez en el diccionario DOMÍNGUEZ de 1853.
Aplicado al ámbito de la Zoología, según el CORDE aparece en 1909, en un libro de Ignacio Bolívar.
3. Las bacterias participan en los ciclos de la materia, en la mineralización de la materia orgánica muerta, en la fertilidad del suelo, en el deterioro de materiales y alimentos, en las enfermedades de animales, plantas y seres humanos, y en muchos otros procesos naturales y tecnológicos, como la panificación, la síntesis de vacunas y productos de ingeniería genética o la fermentación alcohólica. Para su clasificación se han tenido tradicionalmente en cuenta la forma, el metabolismo y las características antigénicas. Los avances y el desarrollo de la biología molecular han ampliado los conocimientos sobre las bacterias y exigido una nueva reordenación taxonómica.
4. A diferencia de los hongos, las bacterias tienen normalizados sus nombres por una nomenclatura propia (Código Internacional de Nomenclatura de Bacteriología), constituida a partir del congreso internacional de la disciplina que se celebró en Copenhague en 1947 y desde entonces a cargo de comités nombrados en los congresos de la Asociación Internacional de Sociedades de Microbiología.
5. Sobre la mala fama que ha cobrado el vocablo ‘bacteria’, Fernando A. Navarro hace las siguientes observaciones: Por mucho que rebusquemos en el expositor refrigerado de la sección de lácteos en los mayores hipermercados de España, no encontraremos un solo yogur en cuyo etiquetado el fabricante indique que contiene «bacterias», «bacilos vivos» o «microbios», pues son términos que la población general asocia de forma inconsciente a infección, suciedad, contaminación, enfermedad y muerte.
Sin embargo, los yogures contienen bacterias; bacterias vivas productoras de las enzimas capaces de fermentar la leche para facilitar su digestión; bacterias vivas que, gracias a su efecto probiótico, aportan al yogur gran parte de sus propiedades beneficiosas para el organismo.
No deja de ser curioso, en cualquier caso, que lo que es en sí una cualidad positiva se oculte escrupulosamente al público mediante el recurso al eufemismo («contiene fermentos naturales»; y tan naturales, como que se trata de las enzimas producidas por las bacterias del yogur) o mencionando únicamente los microbios con un nombre latino de aspecto seudocientífico y no directamente relacionable con bacilos o bacterias («contiene bifidus activo», en referencia a Bifidobacterium bifidum, el antiguo Lactobacillus bifidus; «contiene L. casei immunitas», en referencia a Lactobacillus casei).
6. Una de las principales diferencias entre una bacteria y un virus es su tamaño, pues las bacterias son hasta cien veces más grandes que los virus.
La mayor parte de las bacterias tienen un diámetro aproximado de entre 0,6 y 1 micrómetro (µm), de manera que pueden verse con un microscopio óptico, mientras que los virus, de tamaño notablemente menor, sólo pueden detectarse por microscopía electrónica.
Las bacterias cuentan con una pared celular real y una estructura interna. Dentro de esta pared se encuentran el citoplasma, los ribosomas y el genoma bacteriano.
Mientras, los virus tienen una estructura más simple que, por regla general, consiste sólo de su genoma, cubierto por una envoltura proteínica, la cápside vírica.
Las células bacterianas se multiplican por regla general, al igual que las humanas, por división celular.
Antes de que una célula bacteriana pueda dividirse, copia su genoma, tras lo cual de la célula madre se forman dos células hijas, que a su vez también pueden dividirse.
Sin embargo, los virus no pueden multiplicarse por sí mismos, ya que al no tener citoplasma ni ribosomas, tampoco pueden copiar su genoma ni producir una envoltura.
En cuanto a su forma de combatirlos las bacterias son células independientes que pueden adaptarse a otras condiciones ambientales, por lo que también pueden desarrollar resistencia a los antibióticos y los virus al no poseer metabolismo propio ni pared celular, los antibióticos no tienen capacidad alguna para poder atacarlos.
7. Conceptos asociados:

  • La bronconeumonía (infección del parénquima pulmonar de extensión limitada y a veces formando focos múltiples en uno o en los dos pulmones, que suele afectar a los bronquíolos más distales y a los conductos alveolares, además de a los alvéolos), el eritrasma (infección superficial bacteriana de la piel producida por Corynebacterium minutissimum), la otitis media (inflamación del oído medio, por lo general de origen infeccioso de causa bacteriana), la queratólisis (ablandamiento y disolución de la capa córnea de la epidermis), la queratolisis punctata y la rinitis aguda (rinitis de evolución aguda causada de ordinario por una infección viral, en especial por rinovirus, que cursa con rinorrea y estornudos y, a veces, obstrucción nasal por edema de la mucosa) están causados por bacterias.

8. Según explica Fernando A. Navarro, en inglés se utiliza la terminación –cidal para formar adjetivos, y la terminación –cide para formar sustantivos; mientras que en español nos servimos de una única terminación, –cida, para formar adjetivos sustantivables (que pueden funcionar, pues, igual como adjetivo que como sustantivo). Así pues, el traductor debe estar atento a la diferencia existente entre el adjetivo bactericidal (bactericida, como en «se investigó la actividad bactericida de estas sustancias») y el sustantivo bactericide (bactericida, como en «los bactericidas pueden ser eficaces en esta situación»).
9. Interrelación cultural: Podemos mencionar la novela La guerra de los mundos (1898) de H. G. Wells (1866-1946) y sus diversas adaptaciones (radio, teatro y cine). De este siglo XXI, podemos destacar el artículo Las bacterias que «están devorando» el Titanic (2005-2006) de Juan Carlos Codina Escobar, profesor de Educación Secundaria en el I.E.S. Los Montes de Colmenar (Málaga) y el cortometraje Una joya de bacteria dirigido por Alberto José Redondo Villa en 2013.

F: 1. DTMe (consulta: 6.11.2014); DLE – https://dle.rae.es/?id=4l0hfLH (consulta: 2.11.2019). 2. CORDE (consulta: 6.11.2014); NTLLE (consulta: 6.11.2014). 3. DTMe (consulta: 6.11.2014). 4. INTROTERMMED p. 72. 5. LABLENG – http://goo.gl/9iKo7w (consulta: 24.05.2015). 6. EFE – http://goo.gl/5FdZUv (consulta: 2.11.2014). 7. VARIMED – http://goo.gl/Zp2FjS (consulta: 21.03.2015); DTMe (consulta: 6.11.2014); FCB. 8. COSNAUTAS/LIBRO ROJO (consulta: 6.11.2014). 9. ABC – http://goo.gl/ORZ02g (consulta: 26.06.2016); http://www.encuentros.uma.es/encuentros107/titanic.htm (consulta: 22.06.2016); http://estambul.cervantes.es/FichasCultura/Ficha100194_52_1.htm (consulta: 27.06.2016).

SIN: desus: esquizomiceto.

F: DTMe (consulta: 6.11.2014)

RC: antibiótico, antifúngico, bacilo, bacteria gramnegativa, bacteria grampositiva, bacteriófago, Bifidobacterium bifidum, bioterrorismo, botulismo, brucelosis, carbunco, cepa, coco, cólera, difteria, enfermedad de Whipple, Escherichia coli, estreptomicina, gonorrea, Helicobacter pylori, hongo, klebsiela, microbio, orzuelo, parásito, patógeno, -na, penicilina, peste, pielonefritis, probiótico, pseudomona, salmonela, salmonelosis, tinción de Gram, tracoma, tuberculosis, tularemia, urobilinógenovacuna triple bacteriana, virus, zoonosis.